martes, 5 de noviembre de 2013

MI AGRADECIMIENTO A QUIENES NOS DAIS QUE COMER.

2013 Publicado por Iñigo Palomero
Los agricultores hacen las cosas bien. Miman la tierra, como agradeciendo el fruto que les regala en cada cosecha. Todos, con mayor o menor acierto, consiguen perpetuar aquello que aprendieron de sus antepasados, generación tras generación. Es el mejor regalo que un padre puede hacer a un hijo ¡CONOCIMIENTO!
La tierra para ellos lo es todo, incluso cuando toca descanso su mirada y su pensamiento son dirigidos hacia las tierras. Viven en, por y para el campo.
Nos ofrecen cada año el producto trabajado con sabiduría, aunque como decía antes, no todos con la misma fortuna.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando el fruto conseguido con tanto mimo y esfuerzo, pasa a ser manufacturado para poder ser disfrutado durante el resto del año?
En las conserveras la cosa cambia, aquí la razón da un giro de 180º respecto a los resultados de los agricultores.
A que te has preguntado ¿por qué estas alcachofas no saben como las de mi madre? Yo te lo digo. Porque en cuanto entran en manos de las grandes marcas comerciales, con honrosas excepciones, todo se desvirtúa, las alcachofas, los pimientos, los espárragos, etc. no reciben el mimo al que están acostumbradas.
Las pequeñas conserveras saben como tratar el fruto, bien sea de la tierra o de la mar. Sí, también recibieron ese regalo de sus antepasados, como el agricultor o el arrantzale.
Este es el motivo por el que estas pequeñas conserveras, artesanalmente como tu madre, nos reservan sus mejores cosechas para todo el año.
Esta misma reflexión la puedes adecuar a todos los productos que mantenemos en nuestras despensas. Bien sean vinos, productos de la mar, aceites, embutidos, legumbres… la lista sería casi interminable.

Desde mi rincón en la plaza Ganeta, el Rincón de Palomero, quiero acercar a Romo todos esos productos que con tanto mimo han sido tratados y escogidos. Os puedo asegurar que ha sido una labor ardua de meses de búsqueda de productos que satisfagan mi paladar y por ende el de mis vecinas y vecinos, aunque he de reconocer que no solo ha sido mérito mío. Gente de mi entorno, con una gran afición por la gastronomía, me han acompañado en este viaje.
Gracias a todas y todos los que nos ofrecéis el resultado de vuestra sabiduría y amor por lo que hacéis.

A los que amamos la gastronomía, poder disponer de estos alimentos es un lujo.

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